—Cuatro… uno para cada campeón, ¿no? ¿Qué tendrán que hacer?, ¿luchar contra ellos?
—No, sólo burlarlos, según creo —repuso Charlie—. Estaremos cerca, por si la cosa se pusiera fea, y tendremos preparados encantamientos extinguidores. Nos pidieron que fueran hembras en período de incubación, no sé por qué… Pero te digo una cosa: no envidio al que le toque el colacuerno. Un bicho fiero de verdad. La cola es tan peligrosa como el cuerno, mira. Charlie señaló la cola del colacuerno, y Harry vio que estaba llena de largos pinchos de color bronce.
Harry Potter y el caliz de fuego
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